Corresponde a la X edición de la Fiesta de El Espíritu Santo, celebrada en Parades (Les Regueres), el 5 de octubre de 2003, cuando el pregonero fue Daniel Martínez Álvarez.
Q"ueridos vecinos, amigas amigos y todos aquellos que
de una u otra forma estáis vinculados a este pueblo:
Primero, quiero agradecer a la Comisión de Fiestas, que
me haya ofrecido la posibilidad de realizar el pregón de esta romería, lo cual
además de enorgullecerme me produce una especial emoción, por dos motivos.
- Por un lado, este año se celebra la décima edición desde la recuperación de la romería, que originariamente se había celebrado hasta el año 1912.
- Por otra parte, el homenaje que se rinde a mi abuelo, Bernardo y que, por cuestiones del destino, hoy me ha tocado representar.
Por estas razones he pensado en relataros algunas
vivencias, anécdotas, y acontecimientos de su dilatada existencia, que nos
sirven de referencia para comparar la forma de vida de antaño con la actual.
En esa época los trabajos, las labores del campo,
los quehaceres diarios, los festejos y la “folixia” se efectúan de forma colectiva.
La vida en comuña en aquellos tiempos estaba presente en todas las
manifestaciones de la existencia.
Así el nacimiento de Bernardo o Bernaldín como todos
le conocéis, en Recastañoso en el año 1903, en el seno de una familia humilde,
que como todas las de entonces había muchas personas, fue seguido de cerca por
los familiares más cercanos que estaban en la casa.
Iba a la escuela, no con los padres que lo llevaban,
no, con los vecinos que iban con él al Carcabón, como Pepe Ca´Nolo, Pepe
Carmela y todos los niños de su edad de Miobra y alrededores.
Más tarde a Mariñes iba con vecinos de Parades como
Romualda el Periquito, con un maestro catalán que vivía en Casa el Molín y que
era “muy malo, de los que daba con la vara en las uñas por lo que llevábamos
las uñas bien cortadas para que hiciera menos daño”.
Ya de joven se va a cortejar también en comuña, con
varios mozos que van a casa de una moza que sale al quicio de su casa y está un
poco con cada uno. A la vuelta van todos juntos riéndose de las trastadas que
hicieron.
Con 17 años, Bernardo, alentado por sus primos de
Trasmonte, David y Manuel, emigra a Cuba en busca de mejor fortuna, en compañía
de Nolo Valdés y el hermano de Carmen Pinón. Allí permanece durante 9 años.
Trabajó como camarero en el Hotel Suizo, en Santa
Clara – población distante 300
Km . de La
Habana -. Ganaba más en propinas que de sueldo que era de 25
$; le daban un extra de otros 5 $ más por abrir a las 4 de la mañana, para
atender a los viajeros que llegaban en el tren procedente de La Habana.
Había en la época grandes guateques dónde los
hombres invitaban a las chicas a bailar, y éstas si lo consideraban oportuno
les iban dando turnos anotando los nombres en una libreta, de ahí la gran
importancia de ser un buen bailarín si no querías recibir calabazas y ser
objeto de guasas.
Conoce EE.UU. y regresa en el año 29, para la boda
de su hermana Bautista. Cómo la boda era en mayo conoce en ese tiempo a la
hermana de su futuro cuñado, Herminia, con la que se casó el día de San Martín
de ese mismo año. Celebran la boda en Arlós, porque ella era de Vendón. Hacen
la comida debajo del hórreo de Ca´Mariano y a pesar del tiempo transcurrido
todavía recuerda mi abuelo el menú: Fabada, cordero y arroz con leche, hecho
por la madrina, Generosa. El padrino era de Parades, José Xiromo, que en vista
del temporal de truenos y lluvia que se desencadenó tuvo que quedarse a dormir
en Vendón y dada la escasez de camas le tocó dormir con mi güelo fastidiándole
así la noche de bodas, aunque a saber lo que harían, porque como él mismo dice
los nacidos en octubre, el mes de los ciclones, son de pobres contenciones.
Felizmente casado, regresa a la casa paterna de
Recastañoso y en agosto nace su primer hijo José. Al poco tiempo y dada la
escasez de medios con los que aquí se vive, vuelve de nuevo a Cuba. Allí
trabaja en los hoteles más importantes de la época. Hace buenos amigos, como Mariano y Carlos dos
hermanos de Campo de Caso, que regentaron posteriormente la Ferretería Teatinos
en Oviedo. Cuando mi abuelo iba de compras al comercio, la hermana que era
cocinera preparaba la merienda para todos. Por casualidades del destino en ese
mismo local en el que estaba la ferretería, es dónde actualmente estoy
trabajando. Regresa en mayo del 36, con unos ahorros con los que
adquiere fincas en los alrededores de su casa en Recastañoso; y diferentes
regalos como un reloj Omega, vestidos para su mujer y sus hermanas y una capa
que también tiene su enjundia. Dicha capa fue adquirida en Nueva York por 15$,
que regala a su cuñado Servando, y éste, huyendo del enemigo durante la guerra,
se le quedó enganchada en una alambrada. Tuvo que elegir la capa o la vida, así
que mejor seguir corriendo y olvidarse de la capa. Como él mismo dice, salió de Guatemala y se metió en
Guatepeor, ya que a los pocos meses del regreso estalló la Guerra Civil.
El trabajo de la casería cuenta con la ayuda
esporádica de vecinos que van a las andechas para la recolección de maíz, de
remolacha, de castañas, de las esfueyas de maíz etc..., haciendo esa vida en
comuña que anteriormente mencionaba. La vida en la casa campesina era muy
distinta, se pretendía que fuese autosuficiente, que se autoabasteciese lo cual
dadas las circunstancias y los escasos medios resultaba poco menos que
milagroso.
Un reflejo de aquellos tiempos en que la comunidad
se implicaba eran las estaferias, sextaferia, en realidad, que se realizaban
los sábados para la limpieza de caminos y bienes públicos, todos los vecinos
hacían se unían sus esfuerzos por un bien común.
En éste homenaje que hoy se le rinde coincidiendo
con su centenario no podría dejar pasar la oportunidad de citar algunas de las
muchas y muy buenas cualidades que adornan la personalidad de mi abuelo, hoy
convertido en personaje. Trabajador incansable y tenaz, luchador nato, al que
las dificultades de la vida y la escasez de medios nunca asustaron, sabiendo
siempre salir adelante, pese a enviudar muy joven y con 5 hijos.
Es una persona en la que el buen humor, la gracia,
la sabiduría es una constante en su vida. Goza de una extraordinaria memoria –
quizás herencia, por lo que cuentan, del que fuera mi bisabuelo Manuel de
Bernaldo- lo que le hace ser un ameno interlocutor y un excelente recitador,
con el que siempre se puede aprender alguna cosa, o esbozar una sonrisa.
Mi abuelo es como un viejo roble de 100 años, que
cómo la buena madera se hace mejor cuánto más añeja, con la diferencia de que
sus bellotas fructificaron y dieron a su vez frutos, lo que hace que tres
generaciones aquí presentes le contemplemos.
En una comparación intergeneracional se podría
hablar de una época en la que la comunidad siempre está presente, frente a la
individualidad reinante, en la que se tiende a realizar las cosas en solitario,
por no molestar, por falta de costumbre.
Hoy, en la era de la informática y de las
telecomunicaciones, no nos quedemos incomunicados frente a nuestros vecinos más
cercanos, sigamos cultivando la relación de vecindad, de amistad, de comuña
como la que vivió mi abuelo y sus coetáneos.
Por ello es bueno que nos unamos aunque sea una vez
al año para esta cita festiva en que todos aportamos algo y disfrutemos de la
vida en comuña.
Reiterar en nombre de mi abuelo y en el mío propio
nuestro máximo agradecimiento por el homenaje de que hoy es objeto y por
haberme otorgado el honor de hacer este pregón.
Como colofón, que el Espíritu Santo propicie la tolerancia,
la camaradería, la amistad y el buen humor entre todos nosotros. DECLARO INAUGURADA LA ROMERIA DEL ESPÍRITU
SANTO 2003. ¡VIVA EL ESPIRITU SANTO! ¡VIVA PARADES!
Publicado en La Piedriquina nº 35, octubre de 2003