... MUCHO MÁS QUE UN LOCAL DE CINE
(Lucía Martínez Sáez - Revista La Piedriquina nº 67, Junio 2009)
Corría el año 1945 cuando el matrimonio formado por Ángel Ortea y su mujer, Etelvina Alonso, junto con sus dos hijos: Jesús Ángel y Zulima, deciden abrir en un local en Lugo de Llanera, situado en el callejón de la calle La Ciega, hoy José Manuel Bobes, el Baile Ideal y, hacia 1949, un cine.
Ángel era también el barberu del pueblo. Todo el mundo lo conocía por Ángel el barberu. Además tenía un bar en la calle principal que llevaba el mismo nombre que el cine, Ideal. Le ayudaba con las películas su cuñado Jesús, que tenía el curso que se exigía para proyectar. Venía en una bicicleta con los pantalones recogidos a los laos con pinzas. Aparecía siempre, hiciera bueno o malo, incluso nevando se le tiene visto con la bici al hombro.
En los comienzos existía el local del cine y, adosada a él, al aire libre, la pista de baile que se usaba en el verano y siempre que el tiempo lo permitía. Si llovía, los dueños permitían entrar en el local del cine. La música salía de un pick-up. En esta pista se hicieron bodas y reuniones familiares llevando la comida de casa.
En la década de los 50 desapareció la pista y se pasó, en parte, a la ampliación del cine y a la mejora del resto de servicios, como el guardarropía, la taquilla, nuevos baños y una barra ambigú. Ésta se creó para facilitar en los descansos la charla, intercambiar opiniones sobre la película, ligar y refrescarse el gañote. También se instaló debajo de la pantalla un escenario para las actuaciones de orquestas.
El local tenía un pasillo central y 17 filas de butacas a cada lado, con 9 asientos por fila, pegadas a la pared, y bancos delante para los niños, más sillas de tijera que se usaban solo si hacía falta. Las butacas eran bastante duras y los vecinos solíamos llevar cojines de casa y hasta mantas para el frío. Tanto las entradas como las butacas no estaban numeradas y los acomodadores situaban a la gente según llegaba. Los días de lluvia las chicas, sobre todo, iban en zapatilles y madreñes, que se guardaban debajo de los bancos o en el guardarropa.
La primera taquillera fue Mª Consuelo Ponga, y más tarde, Zulima, la hija de los dueños.
El cine dispuso de un acomodador y, a veces, de dos, sobre todo los domingos, en la sesión de la tarde que estaba la sala completa. También cuando las fiestas de Lugo; si llovía todo el mundo se metía en el Ideal y estaba a rebosar. Era en esas ocasiones cuando había que poner las sillas complementarias que llegaban casi hasta el borde de la pantalla.
Susi Pachón y Pepito Caravia fueron los acomodadores de este cine. Cuentan que venía una pareja a la sesión de la noche que dejaba muy buena propina, y ellos en cuanto les veían aparecer, entraban corriendo con sus linternas, uno detrás de otro, y luego, eso sí, se repartían las propinas. Los acomodadores hacían la vista gorda con las parejas que se sentaban atrás del todo. Ya los chavales, antes de entrar, les amenazaban para que no les enfocasen con la linterna.
El precio de las entradas nadie lo recuerda. Se barajan cifras de 3 pesetas, y los niños menos: sobre 2 pesetas. Había una entrada de 5 pesetas que incluía baile y cine. También, algunos jueves que se hizo baile, la pareja pagaba solo por uno.
Las películas llegaban de las cinematográficas o de algún circuito de cines. Había un señor llamado Pesquera que tenía varios cines importantes en Asturias y Ángel procuraba ponerse en contacto con él para hacerse con las cintas lo antes posible y así traer las novedades más recientes.
Las películas venían todas en un paquete muy completo que contenía el NODO, carteles grandes tipo póster, que se colocaban en la fachada del bar y programas de mano que se repartían en los descansos, anunciando la próxima película.
En mi casa, mi hermana Pilar guardaba todo tipo de cosas relacionadas con el cine, llegó a tener cientos de programas de mano, que con el tiempo fueron desapareciendo y hoy no queda ninguno.
Venían en unas valijas de la RENFE en rollos enormes que
se rompían con facilidad de tanto pasarlas, pero el corte siempre coincidía con
el momento más esperado, el de la escena de amor. Se hacía eterna esa espera
mientras la pegaban de nuevo y eso provocaba la protesta de la mayoría. En
alguna ocasión hubo cambio en el orden de los rollos; se ponía el 3º por el 2º,
viendo antes el final, con el consiguiente alboroto del público.
Sin el NODO no se podía pasar, en alguna ocasión hubo que suspender la sesión por faltar el NODO.
La cartelera era la gran ilusión de la mayoría. La revisábamos 20 veces porque te permitía hacerte a la idea o imaginar las escenas que ibas luego a ver. ¿Ya pusieron la cartelera?... se preguntaba la gente.
Las películas de mayor éxito fueron las de Sara
Montiel: Pecado de amor, La reina de
Chantecler, Samba, Mi último tango… De Sara Montiel podríamos decir que se
vieron todas. ¡En casa llegamos a ver El
último cuplé, 3 veces! Recuerdo las de Lola Flores, como Mª de la O,
con Gustavo Rojo, en 1958. También vimos muchas de Joselito, que ya era en color
en 1957 como, por ejemplo: El ruiseñor de las cumbres.
También Calle Mayor del asturiano José Suárez. Y muchas coproducciones hispano-mejicanas. Las productoras eran: Diana Films y Suevia Films de Cesáreo González. De Lola Flores proyectaron: Pena, penita, pena, Limosna de amores, Nobleza baturra, Suspiros de España, y también producciones italianas: La muerte de un ciclista, con Lucía Bosé y Alberto Closas, en blanco y negro.
Las minas del rey Salomón, y del Oeste como Sólo ante el peligro, La diligencia, Río Bravo, La muerte tenía un precio… Las de humor de Cantinflas, las bélicas como El puente sobre el río Kwai y no faltaban las de tema religioso como Los diez mandamientos, Quo vadis, etc. De aquella traían lo mejor y más nuevo que había. Pero las más taquilleras, las que más dinero dieron fueron: Pena, penita, pena y Limosna de amores de Lola Flores.
Una vez se puso una versión especial de Ben-Hur para niños y vinieron a verla de muchísimos colegios. Era una versión más pequeña que la que vimos después y que permitía verse dadas las reducidas medidas de la pantalla.
Había películas para todos los públicos y también
para mayores. Sobre todo se llevaba un gran control, tanto por parte de la persona que
recogía la entrada en la puerta como por parte de la Guardia Civil , que acudía
asiduamente a las sesiones. En el local había un cartel que decía:
LA BLASFEMIA
Y ESCUPIR
Las sesiones eran los sábados a las 9 y los
domingos a las 4 y, a continuación, el baile de 6 a 9 y luego otra sesión de cine a
las 9,30. También hubo épocas que hubo cine los lunes y, en
alguna ocasión, los jueves. Ponían una gramola con canciones que se oían fuera
para anunciar que luego iba a empezar el cine. El horario de la sesión de tarde
de los domingos dependía un poco de la llegada de los trenes: si éstos se
retrasaban, se retrasaba también el comienzo. Por el invierno se solía ir a la
estación para informarse de los retrasos. Los trenes quedaban vacíos en la estación
de Lugo, la gente venía al cine en manada, tanto de los que venían de Gijón,
como el que venía de Oviedo con gente de Lugones. Se bajaban a toda prisa para
hacer una parada en el puesto que tenía Rosa la Payarona en la esquina de
Casa Angelu, con su escaparate de zapatilles, enfrente de la RENFE para proveerse de pan
de higo, avellanes, caramelos, saquito (tabaco suelto), tabaco rubio… y, como se
alargaba mucho la cola, iban un poco más adelante a comprarle a Sabina, que
ponía el puesto en la entrada del callejón y que se quedaba allí hasta el
final, hasta que se acababa el baile y se acababa todo. Otros iban corriendo a
hacer cola en la taquilla por si quedaban sin la entrada, cosa que también
ocurría en alguna ocasión.
Los
primeros años de este cine-baile fueron gloriosos. Fue frecuentado por
muchísima gente que bailaba los tangos, rumbas, pasodobles, de maravilla. Dado
el buen carácter de su dueño que tenía muy buena mano para calmar a quien se
exaltase, no se recuerdan conflictos en los que tuviera que intervenir la Guardia Civil y nunca tuvo
ninguna clausura.
GRUPO DE
ASIDUOS EN EL BAILE, DETRÁS SE APRECIA EL ALTILLO Y LA ORQUESTA
Una vez acabada la sesión de cine del domingo, había que desmontar y correr las butacas, que eran bastante pesadas, apilándolas atrás, para hacer sitio para el baile. Los bancos se dejaban en los laterales, así podían sentarse las chicas mientras esperaban que las sacasen a bailar. Si dos chicas se ponían a bailar juntas, al acercarse el chico le decía:
- ¿Extremes?
En esta época algunas madres del pueblo tenían a bien colarse para llindar a les fíes, espiando con quien bailaban o si lo hacían muy apretado...
De este baile salieron muchos romances, parejas que llegaron a casarse y que hoy son abuelos. Solía estar amenizado por una gramola que sonaba en la calle y en donde me tocó bailar con los niños de mi edad por no poder entrar al ser todavía muy jóvenes.
En los años 60 se traían orquestas. Hubo una, Judith y su conjunto, que venía de Gijón y animaba muchísimo.
DÍA DE LA ASCENSIÓN, 23-5-1963. PEPÍN QUIMARÁN Y PILI
BOTÓN
Entre 1960 y 1970 las figuras de este baile eran mi hermana Pili Botón y Manolito Casaprima para los tangos. El twist ya era otra cosa, para el twist Pili necesitaba un bailarín especial como Pepín Quimarán de Posada. Como puede verse en la foto bailaba descalza y se presentó a un concurso de baile en Posada, siendo su pareja Juanjo, un chico de Arévalo que pasaba aquí las vacaciones con sus primos y que era un excelente bailarín.
PILI BOTÓN Y JUANJO DE ARÉVALO EN EL CONCURSO DE TWIST DE POSADA, 30-7-1963
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