Texto: Rosa Mª Rodríguez
La fiesta de la Concepción de
Otero fue una de las más renombradas del concejo. A pesar de lo tardío de la
fecha, 8 de diciembre, gozó de buenas romerías, como si del mejor día de verano
se tratase. Esto ocurrió hasta los años 70. Luego se quedó sólo en una misa
festiva.
A esta fiesta venían multitud de
romeros desde Llanera, Illas, Candamo y de todas las partes adonde había ido a
parar un vecino de Otero. Ya desde horas tempranas enfilaban camino a Otero,
bien provistos de un buen palo de acebo.
La víspera llegaba el gaitero que
con su música empezaba a animar la fiesta. Los que solían venir eran Valiente
de Carbayal, Antón de Rufa, Herminio Ablanera, el Xorru Bolgues y Antón de
Carmela. En la mayoría de los casos tocaban solos, sin acompañamiento de
tambor.
Algunos de los romeros traían
animales bien para ofrecer a la Virgen, y que luego serían subastados, bien
para que se curasen. Así había profusión de gallos, conejos y hasta cerdos.
También había rameres para subastar. En tiempos más lejanos se subastaba un
ramu con roscas de pan y rosquillas especiales.
La animación de la tarde corría a
cargo de los gaiteros. Se hacía una romería muy guapina, según dicen los que la
conocieron. También actuaban en ocasiones “Los Chirambos”, Mingo y Romana y más
tarde alguna orquesta, como la “Royalty”, formada por músicos de Andallón y
Santullano.
La capilla de Otero, bajo la
advocación de la Inmaculada Concepción, se cita en el libro de fábrica parroquial
de Santullano, con fecha de 1746: la ermita de la Concepción está decente y
tiene para su fábrica media fanega de pan anual sobre los bienes de su patrono
Toribio Miranda, tiene fundada una misa de aniversario sobre diversos bienes de
su patrono. Otra anotación del año 1782 dice que debe ponerse decente la
capilla de Otero.
El edificio actual se reparó
hacia 1955. La imagen fue donada por D. Enrique Villar Tamargo. Él pagó también
la reedificación pero como el pueblo quería colaborar aceptó un donativo de
cada vecino de 100 pesetas. La campana fue adquirida en Arlós, Llanera.
Sobre la primitiva imagen hay una
historia muy bonita. Durante la guerra fue escondida en una trinchera donde
estaban unos soldados con su capitán, cayeron muchas bombas y todo se incendió
menos la trinchera donde estaba la Virgen. El capitán no quiso separase de ella
y se la llevó a su Galicia natal. Se llamaba Fernando Valdés. Sería interesante
tratar de localizarla, aunque sólo fuese para hacerle una visita.
La capilla pertenecía en su
origen a la casa solariega de la familia Miranda, más tarde conocida por Casa
el Capitán. Este nombre se debe a que una antepasada de dicha familia se casó
con un militar de esa graduación. Al vender la casería, separaron la capilla,
que fue donada al pueblo.
Sufrió grandes desperfectos
cuando la contienda civil. Antes tenía la fachada de piedra vista, con
mampostería en ventanas, puerta, esquinas y aleros. Tenía dos imágenes, una de
la Purísima y otra que llevaba una corona con cascabeles.
Hubo una sociedad de festejos de
la Concepción, se conserva al menos un libro que data desde 1932 hasta
1936. Fueron presidentes de ella Manuel
González López, de Casa el Ferreru de Otero y Eloy de Arroxes. Se sorteaba cada
año a quien le tocaba hacer la fiesta. El elegido pedía al resto de vecinos y
organizaba la fiesta cerca de su casa. Así unos años se hacía en la quintana de
Casa el Celoso, en el portal de Amadeo, otros en La Carbayeda, otros en
Trescañeo, Arroxes, etc. La casa encargada del festejo ponía el bar donde había
sobre todo sidra dulce y a veces, sopas de ajo por la mañana. La iluminación
corría a cuenta del foco de la casa.
Una vez que fui de ronda
A la taberna de Otero,
Con la neblina perdíme
Tras el corral del Veneru.
Si nevaba, cosa que lógicamente
ocurrió más de una vez, entonces el que tenía a su cargo la fiesta, hacía en
casa rosquillas, bollinas y las vendía. No acudía mucha gente, pero al menos
los más cercanos y se jugaban buenas partidas de cartas.
A esta fiesta se acudía de madreñes.
De hecho, lo tradicional era estrenar madreñes y abrigo para ir a la
Concepción.
La devoción a la Concepción no
era exclusiva de Otero dentro de la parroquia. También se construyó otra
capilla bajo la misma advocación en el palacio de Viado, en el año 1789. Así
consta en el libro de fábrica parroquial:
“…en la Casa de Viado, a expensas
de D. Fernando Peláez de Caunedo, dueño de dicha casa y ermita: Hacemos saber a
las personas que... el 6 de junio del
presente año de 1789 se ocurrió por D. Fernando Peláez de Caunedo y Dª Mª
Andrea Avila, su mujer, vecinos de la parroquia de Santullano... expresando
tener determinado fabricar a su costo y expensas una ermita delante y junto a
las Casas de Viado de su habitación para su mayor comodidad y la de sus vecinos
rezar la estación de la bula y otros de devoción bien y alivio de las ánimas
del Purgatorio, cuyo título hubiese de ser de la Purísima Concepción, dotándola
para que le sirviese de fábrica con la mitad de una tierra que se dice de la
Rubiera, sita en la ería de este nombre del lugar de Premoño... libre de toda
carga y pensión y sufragan el importe de todo su reedificio, ornatos y más
necesario para que en ella se pudiese celebrar el santo sacramento de la misa,
como también mantenerla decente y repararla para lo que habrán de aprovecharse
de la renta que produce anualmente dicha mitad de tierra, que son tres copines
de pan... Concedemos licencia con tal que no se abra puerta ni ventana por
donde puedan oír misa de casa alguna”.
Curiosamente cambió más tarde la
advocación por la de Nuestra Señora del Rosario.
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