El
teléfono llegó al concejo de Les Regueres en 1958, aunque la necesidad del mismo ya se trataba en el
Ayuntamiento desde años antes. En las Actas Municipales del
10 de diciembre de 1955 ya se mencionaba la instalación de un centro telefónico en Santullano
por 100 600 pesetas y 600 kg de cobre.
Como anécdota se cuenta que el gobernador D.
Francisco Labadíe Otermín preguntó a los miembros del Ayuntamiento de qué
modo pretendían pagar el coste de la centralita, a lo que respondieron que
vendiendo los terrenos de unas antiguas escuelas del concejo. El cura, que
estaba presente, preguntó en cuánto iban a vender esos terrenos, ya que podría
estar interesado, pero el gobernador le contestó que el Ayuntamiento necesitaba
dinero y que los curas tenían por costumbre pagar en padrenuestros, con lo que
la venta iba a ser difícil.
La centralita salió a subasta. A la puja se presentaron Casa Julio y Adolfo Payarín. Ganó Casa
Julio. Vino a la inauguración el Gobernador D. Francisco Labadíe Otermín y el
Presidente de la Diputación Provincial. El alcalde era entonces Manuel Álvarez
Parades, de Casa el Correo. Para celebrarlo se hizo una fiesta con una gran comida en el salón
de plenos del antiguo Ayuntamiento en la que participaron unas 200 personas.
La centralita instalada era de
rabil y las llamadas pasaban siempre a Trubia, porque, en realidad, la de Les Regueres era una subcentral.
En Trubia atendía entonces la central una señora llamada Virginia. Cuando se
recibía una llamada se descolgaba el teléfono y te pedían que les pasases con
el número que tenían las pocas casas que contaban con tan necesario aparato.
Para llamar, dabas al rabil y contestaban en la central de Trubia, donde
solicitabas conferencia con quien quisieras.
Había una
persona encargada de la centralita 24 horas al día aunque, para la noche, contaban un timbre arriba en las habitaciones y sólo se atendía si
llamaban.
Los
primeros en tener teléfono fueron el Ayuntamiento y Casa Pepe el Zapatero, que
era taxista y, como servicio público, se lo pusieron por el precio de 750
pesetas. Meses más tarde se instaló en la casa del médico, en Casa José La Campa,
en Casa Celso, en Casa Rogelio y en Casa Concha. Desde estos
bares llamaban mucho al taxista requiriendo sus servicios. Cuenta Catalina que
a su casa iban también muchas personas a llamar.
Cuenta María Jesús Valdés Valdés que,
años más tarde, cuando ella y su marido llevaban en alquiler el bar de Casa Alfredo de Santullano (hoy Bar Casa Julio), les pagaban 750
pesetas al mes por el teléfono. Todas las llamadas se apuntaban en una libreta y, desde Trubia,
una vez al mes, llamaban para cotejar lo que ellos tenían registrado
desde Santullano.
También
se enviaban telegramas por este medio. Los avisos generalmente se mandaban por
vecinos que siempre frecuentaban el bar, salvo que fuesen de mucha urgencia y
entonces había que ir a darlo a la casa.
Texto: María Jesús Valdés Valdés (Revista LA PIEDRIQUINA 29).
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