Voy
a contaros un cuento
que
mi abuela me contó,
cuando
yo era chiquitina,
pequeña
como un ratón…
Si
nun calláis nun lo cuento,
vamos
allá: Pues señor,
una
mañana de niebla,
iban
con un frío atroz
camino
de Tierra Santa,
y
en gran conversación,
Roque,
Pin y Gumersindo,
a
cuál más disputador.
A qué sí, decía Pin,
Roque
decía que no
¿qué
quieres apostar tú?
Los
quesos,
yo
mi reloj, dijo Sindo,
y
tú apuestas las patatas.
Yo
voy porque vais vosotros,
esta
es mi razón,
pero
voy con ciertas dudas
que
ni digo sí ni no,
llevo
el gallo, y allí queda,
si
me parece que es Dios,
pero
si no me parece,
pues
lo traigo y se acabó.
Roque llevaba tres quesos
que
todo el mundo admiró,
grandes,
buenos, pura nata,
un
regalo superior.
Pin
llevaba una gran cesta
de
patatas de riñón,
y
Gumersindo un gran gallo,
el
gallo más cantador,
despertando
a los vecinos
antes
que saliera el sol.
Apenas les faltaría una legua,
a
lo más dos, para llegar a Belén,
cada
uno confesó
que
descansando un momento,
caminarían
mejor.
Apenas
llegado habían,
tras
ellos también entró
un
mozo como un castillo,
un
membrudo mocetón,
que
al punto sobre los quesos
de
Roque fue y se sentó,
dejándolos
que no eran
ni
queso, ni requesón,
ya
bofetadas en tieso
hizo
escapar a los dos.
Y
saliéndose del cesto el gallo
fue
como una exhalación
a
dar en la misma boca
de
un raposo cazador,
sin
hacer caso de Sindo,
que
gritaba con furor
¡Ahí
va! ¡Ahí va el raposo!
¡Xo!
¡Xo! ¡Xo!
Pin no hizo más que llegar y entrar,
los
otros quedaron alrededor,
pero
San José tan pronto
como
lo supo, salió y les dijo
¿Por
qué no entran
a
adorar al Niño Dios?
No
entramos porque
tenemos
un gran disgusto, señor.
Este
le traía al Niño
tres
quesos, y un gallo yo.
Bueno,
basta, dijo el santo
con
visible buen humor.
Ustedes
aquí venían
sin
fe y sin devoción,
uno
decía que el niño
no
era nuestro redentor
y
el otro lo puso en duda
haciendo
una ofensa a Dios.
Por eso quesos y gallo,
el diablo se los llevó.
VILLANCICO recogido por las antiguas alumnas de la Escuela de Biedes (Las Regueras, Asturias) hacia la primera mitad del siglo XX.
FOTO: representación del gaitero y fabricante de gaitas Antón de Cogollo tocando en el mercao del Espíritu Santo en el Belén temático que La Piedriquina dedicó al pueblo de Parades en 2010.
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